lunes, 7 de marzo de 2011

ABROLHOS (9 a 17 enero 2011)

"ABROLHOS É SÓ PARA QUEM SABE AMAR"
Inscripción en el muro de la playa de la Isla de Santa Bárbara

Abrolhos: ABRE LOS OJOS. ¿Qué decir de este pequeño archipiélago, rodeado de un tremendo arrecife de coral? ¿De este sitio donde el mar rebosa de vida? ¿De esta reserva natural marina y terrestre, parque protegido, perla de la naturaleza? Los días que hemos pasado aquí han sido increíbles, un DISFRUTE con letras mayúsculas.



Fondeamos frente a la Isla de Santa Bárbara, donde sólo viven unos cuantos militares y FELIPE, el biólogo responsable de la reserva. Sólo a unos metros del barco, cerca de la costa, está uno de los mejores sitios de buceo del mundo. Por las mañanas, después de nuestro tremendo y habitual desayuno, te calzabas las aletas, te ponías las gafas de bucear, y ya estabas alucinando. Los pescaos no se asustan de ti y nadas entre ellos. Hay peces de todos los colores y formas.








Un día fuimos con Felipe a visitar Isla Siriba, reserva integral, donde no se puede desembarcar si no es en su compañía. Lleno de ATOBÁS (una especie de alcatraces) y rabijuncos en tierra, y tortugas y todo tipo de pescaíllo en el mar.



Todas las islas están rodeadas de un arrecife coralino, donde no cubre más de uno o dos metros, lleno de cuevas y recovecos. Hay tiburones de arrecife (tiburón limón), inofensivos, entre los que nadamos. Y barracudas, que dan más miedo que los tiburones.








Pasamos aquí ocho días y cada día buceábamos en un sitio diferente, sin dejar de asombrarnos de la vida marina que encontrábamos.






Hicimos una buena limpieza de los fondos de la bahía de Santa Bárbaa, donde había bastantes restos de fibra de vidrio de barcos hundidos. Se los dimos a los responsbles de la reserva, que se los llevan a Vitoria.





Otro día vino un sargento del destacamento a preguntarnos si queríamos acompañarle a encender el faro (Farol de Abrolhos). Nos explicó su historia, su funcionamiento y disfrutamos de las increíbles vistas. Fuimos con Marcelo y Stella, con los que volvimos a coincidir aquí.





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